Cambio de mentalidad de relación intencional: tú, yo y nosotros

tú, yo y nosotros

"En probablemente la encuesta sobre divorcios más confiable jamás realizada por Lynn Gigy, Ph.D., y Joan Kelly, Ph.D., del Divorce Meditation Project en Corte Madera, California, el 80 % de los hombres y mujeres divorciados dijeron que sus matrimonios se rompieron porque gradualmente se separaron y perdieron el sentido de cercanía, o porque se sintieron no amados y apreciados. – Dr. John Gottman [1 ]

Al comienzo de una relación romántica, existe una emoción innegable por pasar tiempo juntos. Planificamos con entusiasmo, hacemos preguntas y nos embarcamos en aventuras. La curiosidad por nuestra pareja y el aleteo de mariposas en nuestro estómago son impulsados ​​por la liberación de dopamina, una hormona que inunda nuestro cerebro cuando algo nuevo y novedoso capta nuestra atención. Este aumento de dopamina crea atracción y nos mantiene enganchados. Es de naturaleza adictiva.

Sin embargo, con el tiempo, el zumbido inicial disminuye y nuestros niveles hormonales vuelven a la normalidad. Nos adaptamos a las rutinas y nos entrelazamos con la vida diaria de todos. Desafortunadamente, esta familiaridad a menudo nos lleva a dar por sentada la relación y sin querer descuidarla.

En términos prácticos, este cambio de enfoque es comprensible. La vida sucede y nuestras prioridades comienzan a cambiar a asuntos más apremiantes, como la crianza de los hijos, las carreras y las finanzas. Por ejemplo, los estudios han demostrado que el 67 % de los nuevos padres experimentan una disminución en la satisfacción de la relación durante los primeros tres años de la vida de su hijo.[2] A medida que nuestra atención se centra en otros aspectos de la vida, la brecha entre las parejas se amplía y aumenta la desconexión emocional.

La buena noticia es que si elegimos activamente nutrir nuestra relación dedicando tiempo, energía y esfuerzo, nuestro cerebro puede producir más oxitocina, la "hormona del amor". La oxitocina juega un papel crucial en la unión y la promoción del afecto entre las parejas. Cuando participamos en comportamientos que promueven la conexión y la intimidad, como el contacto físico y el apoyo emocional, nuestro cerebro libera más oxitocina.

Sin embargo, un desafío importante en la creación de esta conexión basada en la oxitocina es cómo percibimos la relación en sí. A menudo pensamos en una relación monógama como una entidad diádica: solo "tú" y "yo".

En realidad, hay una tercera entidad que demanda atención: "nosotros".

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Cambio de mentalidad de relación intencional: tú, yo y nosotros

tú, yo y nosotros

"En probablemente la encuesta sobre divorcios más confiable jamás realizada por Lynn Gigy, Ph.D., y Joan Kelly, Ph.D., del Divorce Meditation Project en Corte Madera, California, el 80 % de los hombres y mujeres divorciados dijeron que sus matrimonios se rompieron porque gradualmente se separaron y perdieron el sentido de cercanía, o porque se sintieron no amados y apreciados. – Dr. John Gottman [1 ]

Al comienzo de una relación romántica, existe una emoción innegable por pasar tiempo juntos. Planificamos con entusiasmo, hacemos preguntas y nos embarcamos en aventuras. La curiosidad por nuestra pareja y el aleteo de mariposas en nuestro estómago son impulsados ​​por la liberación de dopamina, una hormona que inunda nuestro cerebro cuando algo nuevo y novedoso capta nuestra atención. Este aumento de dopamina crea atracción y nos mantiene enganchados. Es de naturaleza adictiva.

Sin embargo, con el tiempo, el zumbido inicial disminuye y nuestros niveles hormonales vuelven a la normalidad. Nos adaptamos a las rutinas y nos entrelazamos con la vida diaria de todos. Desafortunadamente, esta familiaridad a menudo nos lleva a dar por sentada la relación y sin querer descuidarla.

En términos prácticos, este cambio de enfoque es comprensible. La vida sucede y nuestras prioridades comienzan a cambiar a asuntos más apremiantes, como la crianza de los hijos, las carreras y las finanzas. Por ejemplo, los estudios han demostrado que el 67 % de los nuevos padres experimentan una disminución en la satisfacción de la relación durante los primeros tres años de la vida de su hijo.[2] A medida que nuestra atención se centra en otros aspectos de la vida, la brecha entre las parejas se amplía y aumenta la desconexión emocional.

La buena noticia es que si elegimos activamente nutrir nuestra relación dedicando tiempo, energía y esfuerzo, nuestro cerebro puede producir más oxitocina, la "hormona del amor". La oxitocina juega un papel crucial en la unión y la promoción del afecto entre las parejas. Cuando participamos en comportamientos que promueven la conexión y la intimidad, como el contacto físico y el apoyo emocional, nuestro cerebro libera más oxitocina.

Sin embargo, un desafío importante en la creación de esta conexión basada en la oxitocina es cómo percibimos la relación en sí. A menudo pensamos en una relación monógama como una entidad diádica: solo "tú" y "yo".

En realidad, hay una tercera entidad que demanda atención: "nosotros".

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