Crisis al otro lado del Atlántico: el casi accidente del vuelo 236 de Air Transat

El vuelo 236 de Air Transat descansa en la pista de aterrizaje de las Azores después de su extraordinario aterrizaje de emergencia. (AP)

El 24 de agosto de 2001, un Airbus A330 completamente cargado en un vuelo transatlántico de Toronto a Lisboa se quedó sin combustible en medio del océano, lo que obligó a los pilotos a intentar un desgarrador vuelo de 121 kilómetros hasta un aeródromo de una isla remota. Y, sin embargo, sin combustible, sin motores, potencia de frenado mínima y solo una oportunidad de hacerlo bien, los pilotos lograron lo imposible: llevaron el vuelo 236 de Air Transat a un aterrizaje seguro en las Azores, después de lo que resultaría ser el planeo sin motor más largo jamás realizado en un avión comercial. Durante unos breves días, los pilotos se convirtieron en héroes extraordinarios; y el vuelo en sí, el Milagro sobre el Hudson de su época. Y entonces la realidad colapsó.

Los investigadores pronto descubrirán una cadena de decisiones, tanto en tierra como en el aire, que llevarán al Vuelo 236 al borde del desastre. La historia involucraba piezas que no coincidían durante el reemplazo de un motor; una fuga masiva de combustible sobre el océano en medio de la noche; y una incapacidad por parte de los pilotos para identificar el problema, un lapso de tiempo que les llevó a inyectar todo su combustible directamente en la fuga hasta que desapareció. El incidente finalmente revelaría que los pilotos de todo el mundo no estaban preparados para lidiar con fugas de combustible y que el diseño de muchas aeronaves, incluido el A330, obstaculizó activamente la capacidad de reacción de las tripulaciones. Estos descubrimientos arrojarían nueva luz sobre el milagro del Vuelo 236, pero también mejorarían tangiblemente la seguridad de los pasajeros en todas partes.

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Crisis al otro lado del Atlántico: el casi accidente del vuelo 236 de Air Transat
El vuelo 236 de Air Transat descansa en la pista de aterrizaje de las Azores después de su extraordinario aterrizaje de emergencia. (AP)

El 24 de agosto de 2001, un Airbus A330 completamente cargado en un vuelo transatlántico de Toronto a Lisboa se quedó sin combustible en medio del océano, lo que obligó a los pilotos a intentar un desgarrador vuelo de 121 kilómetros hasta un aeródromo de una isla remota. Y, sin embargo, sin combustible, sin motores, potencia de frenado mínima y solo una oportunidad de hacerlo bien, los pilotos lograron lo imposible: llevaron el vuelo 236 de Air Transat a un aterrizaje seguro en las Azores, después de lo que resultaría ser el planeo sin motor más largo jamás realizado en un avión comercial. Durante unos breves días, los pilotos se convirtieron en héroes extraordinarios; y el vuelo en sí, el Milagro sobre el Hudson de su época. Y entonces la realidad colapsó.

Los investigadores pronto descubrirán una cadena de decisiones, tanto en tierra como en el aire, que llevarán al Vuelo 236 al borde del desastre. La historia involucraba piezas que no coincidían durante el reemplazo de un motor; una fuga masiva de combustible sobre el océano en medio de la noche; y una incapacidad por parte de los pilotos para identificar el problema, un lapso de tiempo que les llevó a inyectar todo su combustible directamente en la fuga hasta que desapareció. El incidente finalmente revelaría que los pilotos de todo el mundo no estaban preparados para lidiar con fugas de combustible y que el diseño de muchas aeronaves, incluido el A330, obstaculizó activamente la capacidad de reacción de las tripulaciones. Estos descubrimientos arrojarían nueva luz sobre el milagro del Vuelo 236, pero también mejorarían tangiblemente la seguridad de los pasajeros en todas partes.

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